Al hablar de la arquitectura en nuestra
comarca y aun en toda la provincia, solemos referirnos a las iglesias,
castillos, ermitas y todo un sinfín de edificios que variados que dan
una impronta especial al pueblo en el que dicho monumento se halla. Y
así, solemos dejar pasar por alto otra serie de construcciones más
modestas que, pese a su sencillez, no desmerecen en absoluto a aquellas
otras.
Uno de estos ejemplos de arquitectura
más modesta pero no menos grabada en el corazón de los casadevesanos
es, como no podía ser de otra forma, lo que viene siendo conocido como
arco de San Antonio.
El arco de San Antonio marca la entrada
al pueblo de Casas de Ves por el suroeste, lugar donde confluyen las
carreteras CM-3207, que viene desde Alborea y la B-16, que llega desde
Alcalá del Júcar pasando por Zulema. Una vez cruzado el arco, nos
introducimos en la calle San Antonio. Asimismo, próxima a esta entrada
se encuentra la ermita de San Antonio. Esta ermita fue erigida, según
don Eladio León, allá por 1748, conservándose unas pinturas en la
cúpula realizadas en aquél mismo año.
En realidad, este tipo de arcos son muy antiguos. Se
comenzaron a construir por los pueblos de la Italia primitiva, siendo
erigidos en las vías que recorrían las procesiones y cortejos. Eran
construidos en madera y con muy diferentes adornos, destacando las
palmas y las trompas. Al estar realizados en madera, eran
construcciones totalmente eventuales. A finales de la República, Roma
decide adaptar este tipo de construcciones pero realizándolos ya en
piedra, con lo cual les aseguraba una larga pervivencia y, a la vez,
entraba a formar parte de la urbanística de la ciudad. Hoy en día ya no
queda ninguno anterior al del emperador Tito, sin embargo, sabemos por
la numismática que en época del emperador Augusto ya se habían
levantado arcos honoríficos de proporciones monumentales.
Uno de los arcos más antiguos en aquél
país, es el Arco de Augusto, en Rímini. Fue consagrado al emperador
Augusto por parte del Senado romano en el año 27 antes de Cristo y
marcaba el fin de la Vía Flaminia.
En la Península Ibérica, como parte del
imperio romano, también se construyeron arcos de este tipo. El más
antiguo de los que se tienen noticias es el de Ianus Augustus,
correspondiente al año 2 antes de Cristo y que marcaba la entrada de la
Vía Augusta en la Bética. El más famoso de nuestro país es,
evidentemente, el arco de Trajano, en Mérida. Todavía hoy no se sabe
con seguridad si se trata de un arco exento o de una enorme puerta
divisoria de la ciudad. El resto de arcos españoles conservados de
aquella época se encuentran en descampados, sobre algún tipo de vía o
sobre puentes; aunque contamos con algunos como el de Cabanes,
Medinaceli o Bará entre otros, destaca sobre todos ellos el que aparece
sobre el puente de Alcántara y que fue dedicado al emperador Trajano.
Con la caída del imperio romano, y la
llegada de los pueblos germánicos, se asistió a un progresivo deterioro
y abandono de las técnicas constructivas edilicias que habían
prosperado durante el apogeo del imperio. Este colapso de la
civilización urbana conllevó que la arquitectura sufriera un gran
retroceso.
Muy posteriormente, con el gótico, el
urbanismo adquiere una gran importancia, ya que se asiste al auge de
las ciudades. No obstante, al ser una época insegura, la arquitectura
militar también tiene un gran desarrollo y, entre sus características,
los muros que rodean las ciudades y por lo tanto puertas para entrar en
ellas.
En los siglos XIX y XX muchas ciudades
volvieron a erigir arcos triunfales u honoríficos para festejar a algún
monarca cuando éste visitaba la localidad. La provincia de
Albacete no iba a ser menos en la construcción de estos arcos
edificados para celebrar alguna visita real o conmemorar algún magno
acontecimiento. Sabemos que la capital de nuestra provincia erigió
arcos para recibir al monarca Alfonso XII cuando éste, en 1877, visitó
la ciudad. Estaban formados por arcadas de diferentes tipos, tales como
arcos apuntados, de medio punto, de
herradura, etc. Todos ellos fueron decorados de alguna u otra forma,
destacando los adornados con elementos fitomorfos, tales como plantas y
hojas, a los cuales se les añadían dedicatorias al monarca, así como
inscripciones referentes al Ayuntamiento de Albacete. Evidentemente, no
podía faltar el escudo heráldico de la provincia y las banderas
españolas. Muchos otros adornos venían a rellenar toda esta decoración.
El Ayuntamiento de Albacete, como agradecimiento a Su
Majestad Alfonso XII por haber visitado la ciudad, tan solo tres años
después, el 23 de enero de 1880, inauguró el Palacio de la Diputación
en recuerdo de tan egregia visita.

El último
arco construido en nuestra provincia, en honor a un Borbón, se levantó
nuevamente en la capital para celebrar la visita del rey don Alfonso
XIII cuanto el monarca contaba tan solo con 18 años.
La visita tuvo lugar el 15 de abril de 1905 y la ciudad se
engalanó para la ocasión. Los carruajes que llevaban tanto al monarca
como a su séquito pasaron por la calle Salamanca y desde allí entraron
en la calle Gaona. Posteriormente se dirigieron por la calle Mayor y
luego a la Diputación Provincial. Allí se homenajeó al joven rey con un
banquete realizado en su honor y al que asistieron las fuerzas vivas
del Albacete de entonces y entre los cuales se encontraba don Gabriel
Lodares Lossa, alcalde de la ciudad. Se construyeron arcos en varias de
las calles de Albacete por donde debía pasar la comitiva.
Como tampoco podía faltar la consabida ceremonia, el rey
inauguró el abastecimiento de aguas potables de la ciudad de Albacete.
Sin embargo, tanto los arcos dedicados
a Alfonso XIII como a su padre Alfonso XII en la ciudad de Albacete, no
fueron los primeros que se construyeron, al menos en nuestra provincia.
Efectivamente, con anterioridad a ellos, se construyó un arco en honor
de la reina Isabel II, madre y abuela de los dos reyes anteriormente
citados.
La reina Isabel II nació en Madrid el
10 de octubre de 1830 y con su nacimiento se creó el problema dinástico
que daría lugar a las denominadas Guerras Carlistas. Estas se debieron
a que, con la llegada de la dinastía francesa de los Borbones al trono
español, se introdujo la Ley Sálica (1713), según la cual las mujeres
no podían reinar. Esta ley fue abolida en 1789 y vuelta a imponer por
Fernando VII cuando su mujer quedó embarazada. Cuando en 1833 muere el
rey, su hija Isabel es proclamada reina de España cuando tan solo
contaba tres años de edad. No obstante, amparándose en dicha ley, el
que hasta entonces iba a ser el heredero, Carlos María Isidro, no
acepta a la pequeña como reina ya que él se consideraba el legítimo
sucesor de su hermano. Este problema dinástico desencadenó una
auténtica guerra civil que duró siete años y en las que cada bando
intentó defender los derechos al trono del hermano de Fernando VII
(carlistas) o los de la joven reina (isabelinos).
Como solía ser habitual, numerosísimos
pueblos y ciudades a lo largo y ancho del país, decidieron hacer algún
tipo de fiesta o celebración para festejar la llegada al trono de tan
regia figura. Y Casas de Ves no iba a ser menos.
Así, el 29 de diciembre de 1833, el
Ayuntamiento de esta población, decide dedicar los tres últimos días
del año a las festividades en honor a su soberana, la pequeña Isabel
II, haciéndose así eco de la proclamación de Su Majestad.
El arco que nos ocupa, es una sencilla
construcción formada por dos pilares laterales sobre los que apea un
arco de medio punto que llega, en su parte central, hasta los 5’65
metros de altura, mientras que su anchura es de 5’90 metros.
La escasa decoración que tiene se
concentra en la parte superior, estando conformada por dos pequeñas
pilarcillos coronados por otras tantas pirámides, mientras que en el
centro aparece el escudo de Casas de Ves.
En realidad, el denominado arco de San
Antonio es lo que se conoce en el mundo de la arquitectura como arco
honorífico o de triunfo y fue construido en el año 1932, relevando así
al original que, construido en piedra y yeso, era de construcción
antigua y que debido a esta antigüedad estaba en un estado realmente
lastimoso y amenazando ruina. No obstante, en nuestra opinión, lo que
debió hundirse es la parte superior del arco por lo que las pilastras
actuales, recientemente restauradas por el Ayuntamiento de Casas de Ves
para recuperar su aspecto original, son las originales del siglo XIX.
Como no podía ser de otra forma, el
ayuntamiento no escatimó en gastos, y montó para la ocasión tres
hermosos tablados elegantemente dispuestos.
Según las crónicas, las fiestas “que
con tan plausible motivo se han celebrado exceden toda ponderacion, y
solo podía dictarlas el impulso de generosidad y adhesion que anima á
estos habitantes”, diciendo a continuación que “Los
gremios se han distinguido con varios emblemas de sus artes, carros
triunfales, y otros festejos alusivos á la agricultura é industria”.
No podían faltar los cortejos y las
pompas. Sabemos que para uno de los desfiles se vistió a los niños de
primeras letras con vestidos blancos y se les puso una corona de laurel
y flores, a los cuales se les subió a una carretela mientras que iban
entonando himnos y aclamando a la nueva reina durante la procesión.;
esta carretela era un coche de cuatro asientos, con caja poco
profunda y con una cubierta o capota plegadiza y que, por tanto, debió
pertenecer a alguno de los vecinos principales del pueblo.

Ni que decir tiene que tampoco desaprovecharon la ocasión
aquellos vecinos más pudientes para hacer gala de su patriotismo, así
como algunas asociaciones que por aquél entonces existían en Casas de
Ves. Para ello, unos y otros costearon arcos y colgaduras de flores y
cintas, así como vistosas iluminaciones, que dieron al pueblo una gran
magnificencia. En ellas aparecían alegorías e inscripciones a la reina
y la patria. Como era de esperar, tampoco faltaron poetas locales que
versaran los sentimientos de su inquebrantable lealtad a la reina.
Como es fácil suponer, casi todos los actos que se llevaron
a cabo por aquellos días tuvieron lugar en el Ayuntamiento y en su
plaza. La casa del Ayuntamiento era, al igual que
hoy, el edificio civil más noble e importante de toda la población. El
permiso para su construcción fue dado por el rey con fecha 6 de febrero
de 1775, aprobándose el proyecto del arquitecto Blas Beltrán y estando
tasada su construcción en 740.281 reales de vellón, aunque no fue dada
la orden de construcción hasta el 20 de mayo de 1785. No obstante, y
como forma de abaratar el proyecto, el encargado de llevar a cabo la
construcción fue Felipe Motilla. Este arquitecto era maestro arquitecto
de las obras del Obispado de Cartagena y trabajó en la práctica
totalidad de la comarca ya que vivía en Jorquera. Las obras para
levantar el edificio fueron largas ya que no finalizaron hasta 1803 y
fue considerado como el mejor edificio de su clase en toda la comarca.
Al igual que hoy, este edificio
constaba de dos pisos. En la planta baja se ubicaba la cárcel del
pueblo, con una ventana que daba a la plaza. No tan buenas condiciones
tenía otro calabozo para aquellos presos que debían estar incomunicados
ya que consistía en una pequeña habitación interior sin ventilación y
bastante húmeda. En esta misma planta también se ubicaba la casa del
comandante del puesto de la Guardia Civil así como la de otros dos
guardias y sus familias. También vivía en esta planta el alguacil del
pueblo, que hacía a su vez las funciones de portero. En la segunda
planta se encontraba el salón de sesiones, así como las oficinas del
Ayuntamiento y su archivo. De la misma forma, también estaban aquí la
habitación del Juzgado Municipal, más habitaciones para los guardias
civiles, y una espaciosa cámara que era usada para guardar el trigo del
Pósito.
Mención aparte merecen las escuelas.
Tanto la de niños como la de niñas estaban también en el edificio del
Ayuntamiento, aunque en pisos separados. La escuela de niños estaba en
la parte noble del edificio, es decir, en la primera planta. El maestro
cobraba unos 2.500 reales de la Administración más dos cuartos que
tenían que pagar cada alumno a la semana. En cambio, el aula de las
chicas, estaba en la planta baja y, como curiosidad, podemos decir que
las niñas eran mayoría con respecto a los chicos pero, sin embargo, su
aula era tan pequeña que solo medía 13’6 x 3’50 mts. Mientras que su
profesora, por mayor trabajo que el maestro ya que tenía mayor número
de alumnas, tan solo cobraba 700 reales.
La corporación municipal
no escatimó en gastos y cubrió los
cuatro balcones que tenía el edificio conformando una especie de
tiendas realizadas con hermosas telas de tafetán carmesí. En los frisos
de cada uno de ellos, colgó un medallón alusivo a la agricultura, la
industria y el comercio. En medio de todo ello se colocó una rica
corona de la cual descendía un pabellón de damasco carmesí y, bajo él,
los retratos de la reina y de su augusta madre, al cual se le añadía
una leyenda en letras de oro que rezaba así: “A ISABEL II, REINA
DE ESPAÑA”.
Para dar mayor empaque a esta rica
fachada, se colocaron un gran número de luces y bombas, así como vasos
de colores. Todo ello conformaba un sorprendente espectáculo. No
obstante, y según las crónicas, el gasto de adornar la fachada
principal del ayuntamiento no fue obra de la corporación municipal,
sino que corrió a cargo de don Josef María Marchamalo, el cual la
adornó a sus expensas, haciendo así gala de su acendrado patriotismo.
Y como no se podía excluir a nadie de
semejantes fastos, durante aquellos tres días, el ayuntamiento obsequió
a los presos de la cárcel del pueblo con una abundante comida.
El ayuntamiento, tuvo la satisfacción
de que entre tanto fasto y fiesta, sus ciudadanos demostrasen su
carácter pacífico y amante del orden público, ya que no hay constancia
de que hubiese ningún tipo de altercado.
Para colofón final a estos tres días de
fiestas y boato, y para dejar constancia duradera de su inquebrantable
lealtad a la monarquía en general, y a Isabel II en particular, el
ayuntamiento, “para memoria perpetua de este suceso hizo levantar
en union con el alcalde mayor frente al nuevo camino de Madrid un
sencillo y gracioso arco de sillería y mamposteria, que servirá de no
pequeño ornato á este pueblo.”. Y estas fueron las magnas
fiestas que dieron lugar a la construcción del arco de San Antonio,
allá por aquellas lejanas fechas de 1833.
APÉNDICE DOCUMENTAL
Noticia sobre los festejos desarrollados en Casas de Ves
para celebrar la proclamación de S.M. la Reina Isabel II
BOE (Boletín Oficial del Estado)
15-2-1834
Casas de Ves: 3 de Enero: El 29
del pasado verificó este ayuntamiento la proclamacion de S.M. la REINA
nuestra Señora en tres hermosos tablados elegantemente dispuestos; y
para memoria perpetua de este suceso hizo levantar en union con el
alcalde mayor frente al nuevo camino de Madrid un sencillo y gracioso
arco de sillería y mamposteria, que servirá de no pequeño ornato á este
pueblo.
Las fiestas que con tan
plausible motivo se han celebrado exceden toda ponderacion, y solo
podía dictarlas el impulso de generosidad y adhesion que anima á estos
habitantes. Los gremios se han distinguido con varios emblemas de sus
artes, carros triunfales, y otros festejos alusivos á la agricultura é
industria. En una carretela iban los niños de primeras letras,
particularmente los que obtuvieron los últimos premios, vestidos de
blanco y coronados de laurel y flores, entonando himnos y aclamando á
ISABEL II. Varios particulares y corporaciones costearon arcos,
colgaduras y vistosas iluminaciones, manifestando con alegorías,
inscripciones y versos los sentimientos de su acendrada lealtad.
Entre los adornos con que se
señalaron las autoridades, cuerpos y vecinos del pueblo, sobresalia la
fachada principal de las casas consistoriales por su gusto y sencillez.
Veíanse sus cuatro balcones vestidos de hermosas tiendas de tafetan
carmesí, y en cada uno de sus frisos un medallon alusivo á la
agricultura, industria y comercio.en medio se hallaba colocada una rica
corona, de la que descendia un pabellon de damasco carmesí, bajo el
cual aparecían los retratos de S.M. la REINA y de su agusta Madre con
esta leyenda en letras de oro: A ISABEL II, REINA DE ESPAÑA. Esta
hermosa fachada, en la que habia un gran número de luces, bombas y
vasos de colores, formaba un sorpendente espectáculo, y recomendaba el
patriotismo de D. Josef Maria Marchamalo que la adornó á sus expensas.
En los tres días dio el
ayuntamiento una abundante comida á los presos de la cárcel, y tuvo la
satisfaccion de que sus subordinados no desmintiesen, en medio de tan
general alegria, su carácter pacifico y amante del orden público”
*****
Valiente Pelayo, J.L. (2009), Aproximación al
estudio de los arcos conmemorativos en la provincia de Albacete: el
Arco de San Antón (Casas de Ves) en Alaxarch. Revista de estudios
de la Manchuela, documento en línea.
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